Siento un extraño éxtasis. Mis palabras no bastan para describir lo que en estos momentos forma parte de mí. Mi corazón palpita a ritmo vertiginoso, bombeando adrenalina a través de todos mis vasos; mis miembros, adormecidos, parecen atesorar fuerzas para lo que se avecina.
Y esto, ¿qué es?
¿Alguna vez habéis sentido que estáis perdiendo algo mientras tu aliento se vuelve cada vez más agitado y mientras vuestras palabras mueren ocultas tras vuestros labios?
Algo así me sucede. No sé por qué, ignoro totalmente la causa, pero siento que a cada instante transcurrido se me escapan los hálitos de vida. Mi mente se sume en la inconsciencia y es mi cuerpo quién va tomando el control. Cada vez me quedan menos ganas de luchar, y de resistirme a que sea él quien tome las decisiones.
Mi alma está en llamas y nadie parece preocuparse. Por contra, del ambiente soplan fuertes vientos de secano que avivan aún más el fuego y esparcen la negra humareda. Mi propio espíritu se carboniza ante mis ojos y yo prefiero apartar la vista antes que seguir defendiéndolo.
Así pues, se puede ver claro. Ya no sé quién soy. Mis pensamientos se difunden y mi yo interno parece estar cada vez más muerto. Ya no existo. Ya no soy una persona real. Sólo soy lo que otros quieren que sea.
La realidad es que me ha llegado... me alegro de que hayas vuelto a publicar.
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